Luis Prats
Aquel año 1997 estaba resultando nefasto para la Celeste. La Selección mayor fue eliminada tempranamente de la Copa América de Bolivia y estaba a punto de quedar afuera del Mundial de Francia, en medio de innumerables controversias y bajos rendimientos.
Unos meses antes, el seleccionado sub 20 dirigido por Víctor Púa se había clasificado al Mundial de Malasia gracias al cuarto puesto, tras una campaña con más insinuaciones que concreciones en el Sudamericano de Chile, conquistado por Argentina.
Sin embargo, en Malasia el equipo uruguayo comenzó a crecer a partir del debut, el 17 de junio con un 3-0 sobre Bélgica, para algunos el favorito del grupo. Después se venció 3-1 al local, para cerrar esa fase con un empate sin goles ante Marruecos, cuidando las piernas del tórrido clima de aquella parte del mundo (se indicó que Púa había aconsejado moderación en el festejo de los goles para evitar derroche de energías).
Por los octavos de final llegó otra clara victoria por 3-0 sobre Estados Unidos, con la dupla de Nicolás Olivera y Marcelo Zalayeta funcionando a gran nivel.
El rival siguiente fue Francia, que llevó a varias promesas que serían figuras pronto, como Henry, Trezeguet y Anelka. Pese al dominio celeste, el partido terminó sin goles. Fue necesario ir a los penales y entonces llegó el pasaje, firmado por la última ejecución a cargo de Carlos Díaz.
Ya entonces todo el país se levantaba temprano para seguir las transmisiones de televisión que llegaban por las mañanas. La semifinal contra Ghana resultó un encuentro dramático, pues Uruguay se puso en ventaja con dos goles tempranos, pero los africanos reaccionaron y lograron en empate cerca del final. Fue necesario ir al tiempo suplementario y entonces se ganó con un gol de Fabián Perea. El tiempo agigantó el recuerdo de aquel gol, porque Fabián falleció pocas semanas después en un accidente de tránsito.
La final del 5 de julio paralizó las dos orillas del Plata, porque fue Uruguay-Argentina, definiendo un título una vez más aunque del otro lado del planeta, en el exótico estadio Shah Alam de Kuala Lumpur. Los celestes comenzaron ganando con un gol de tiro libre de Pablo García y los albicelestes lo dieron vuelta ya en el primer tiempo con goles de Cambiasso y Quintana. Uruguay fue con todas sus fuerzas por el empate en el segundo período, pero el resultado no cambió y sus jugadores regresaron con la medalla de plata.
También hubo premios para la calidad individual: Olivera recibió el Balón de Oro como mejor futbolista del torneo y Zalayeta el de Plata como segundo en la votación de la prensa internacional.
Cuando la delegación regresó, se encontró con una recepción multitudinaria en las calles de Montevideo, acaso comparable con las de las mayores conquistas internacionales de equipos uruguayos. Algunos lo consideraron exagerado: fue sin embargo un reconocimiento al esfuerzo de los jóvenes celestes por devolverle a los hinchas su orgullo por el fútbol de este país.
Fotos: Archivo El País
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