Las mejores fotos del pasaje de José Luis Chilavert por Peñarol
Luis Prats
En apenas seis meses de pasaje por Peñarol, el arquero paraguayo José Luis Félix Chilavert dejó una marca profunda: resuelto, arrogante, polémico, ganador, resultó clave para conquistar el Campeonato Uruguayo de 2003.
La temporada 2003 venía mal para el aurinegro. Nacional, que había sido tricampeón uruguayo, apuntaba a conquistar un cuarto título consecutivo tras ganar el Torneo Apertura y sacarle seis puntos de ventaja en la tabla anual, que ya pesaba en la definición del Campeonato Uruguayo.
Para cambiar ese estado de cosas, José Pedro Damiani –presidente del club por esos días- no apostó a una figura de ataque desnivelante, como es habitual en los casos en que se reclama un golpe de timón. Eligió un arquero. Claro que se trataba de uno cuya personalidad desbordante lo llevaba a convertirse en el patrón del equipo. Chilavert tenía entonces 37 años y llegaba libre del Strasbourg de Francia.
“Voy a salir campeón y hacer muchos goles”, prometió el día de su arribo, el 30 de junio. El 20 de julio debutó en el partido que terminó con victoria mirasol por 2-0 ante Defensor. Fue el comienzo de la campaña que llevó al conjunto dirigido por Diego Aguirre a ganar el Clausura. Además, no solo descontó la ventaja que le llevaba el tricolor en la tabla anual, sino que le sacó siete puntos (es cierto que su rival se lo facilitó con un rendimiento muy bajo en el último semestre) y quedó a un solo partido final del título.
Una de las facetas del golero paraguayo que despertaba mayores expectativas era su capacidad goleadora. Y Chilavert también cumplió: hizo cuatro goles, entre los 30 que marcó su equipo en aquel Clausura. Los dos primeros fueron de penal, a Villa Española y Central Español. Y después hizo dos de tiro libre: a Fénix y a Deportivo Colonia. Además, en el clásico del Clausura le hizo uno a Jorge Bava, pero el árbitro Fernando Cabrera no lo validó porque no había dado la orden. Chilavert se tomó la cabeza con gestos muy notorios, protestó y se ganó la amarilla.
Sin embargo, encontró una especie de revancha en el clásico final, el 4 de diciembre. Sobre la hora del primer tiempo, Peñarol tuvo un tiro libre a unos 30 metros del arco. Chilavert sacó un zurdazo muy fuerte, como eran casi todos los suyos, que Bava logró desviar hacia su derecha. Justo por allí entraba buscando el rebote Joe Bizera, cuyo cabezazo significó el gol del triunfo y del campeonato para el aurinegro.
Con la vuelta olímpica, Chilavert se despidió de Peñarol y del fútbol, aunque luego aceptó una oferta de Vélez Sársfield, seguramente su club más emblemático, para disputar algunos partidos por la Copa Libertadores 2004. Después, sí, colgó los botines, dejando en el archivo 62 goles convertidos y un montón de títulos. La cuenta de sus polémicas, en cambio, todavía no se cerró.