Es la fuerza que sostiene los aprendizajes y los compromisos
Fernanda Álvarez, directora de la institución
Desde el concepto “una escuela para la vida”, considera que la dimensión emocional y afectiva es la base para el desarrollo cognitivo.
“Es la fuerza que sostiene los aprendizajes y los compromisos”, comenta. “Ofrecemos múltiples herramientas a los alumnos para que puedan apropiarse de los aprendizajes, hacerse cargo y gestionarlos tanto de manera personal como colectiva” afirma su directora. “Todo esto hace que el aprendizaje sea construido por los propios niños y jóvenes y, por lo tanto, cargados de sentido”, añade la coordinardora Mariana Ures.
“En el contexto de la pandemia se resignifica la escuela abierta”, agrega la coordinadora Gabriela Ures. El aprendizaje trasciende las puertas del aula y del colegio para estar vinculado con el hogar, el barrio, la calle, la ciudad de Montevideo. Los espacios del colegio son abiertos y transparentes, lo que refleja el ambiente de la comunidad educativa.
El paisaje es protagonista y forma parte de la esencia del colegio. “Esta es una escuela abierta a la diversidad cultural, religiosa, de género, de etnias. Es una escuela abierta al mundo”, comenta Mariana Ures.
La comunidad educativa de niños, jóvenes, docentes y familias participa en los contenidos de estudio de los Proyectos de Centro que surgen año a año. “Los Proyectos de Centro son la expresión tanto de una permanente reflexión sobre lo que acontece en el contexto ambiental, social y cultural, como de un involucramiento crítico y transformador de la educación”, afirma Fernanda Álvarez.
Se apuesta por la educación en inglés desde educación inicial hasta bachillerato. Además de los exámenes internacionales, se incluyen disciplinas en inglés como Business, Literature, Psychology, Science, que enriquecen la experiencia del aprendizaje. Los alumnos acceden a egresar del colegio con el nivel de Certificate of Proficiency in English, el más alto que ofrecen los exámenes de la Universidad de Cambridge. “Estamos educando para la vida, por eso nos proyectamos internacionalmente. Esta es una escuela abierta al mundo”, asegura Mariana Ures.
Es a partir del compromiso con la vida que surgió, en los orígenes de la escuela y desde el Proyecto Pedagógico Institucional, la necesidad de que la institución, junto con los padres, se involucre con la alimentación saludable de los niños. “Niños, jóvenes, docentes y familias trabajamos en lo primero que consumimos: el alimento”, comenta Gabriela Ures.
El Comedor Colectivo del Hogar se creó desde los orígenes de la escuela, con la finalidad de cuidar una alimentación nutritiva y saludable para los niños. “Los menús se organizan considerando las edades y las estaciones del año, con la intervención de padres nutricionistas, dietistas y pediatras quienes colaboran año a año”, explica Gabriela Ures.
El Comedor Colectivo de los Estudiantes surge en el liceo con otras características. Son los propios jóvenes quienes rotan diariamente para elaborar el almuerzo de todos los estudiantes del liceo, junto con el docente del taller de cocina y el personal de mantenimiento. “Contamos con equipamiento gastronómico industrial de última generación”, afirma Mariana Ures.
El recetario Lorca Kitchen Club se editó en el presente año con importantes aportes de las familias de la Escuela, de Educación Inicial, docentes y nutricionistas. “Especialistas en la alimentación y docentes realizan interesantes estrategias didácticas con los niños y estudiantes. El cuidado de la alimentación está íntimamente vinculado con los compromisos, puntualmente con lo que consumimos como punto de partida de la construcción de valores imprescindibles para la vida”, plantea Mariana Ures.
La participación en los talleres desde Educación Inicial hasta Bachillerato son esenciales para los niños y jóvenes. Es este el motivo por el que ofrecen múltiples experiencias mediante talleres tales como: plástica, literario, robótica, musical, teatro, ajedrez, audiovisual, lúdico, cine y huerta. A su vez, trabajan en psicomotricidad, en los primeros cinco años de vida, ampliando la actividad corporal con disciplinas como yoga, educación física, deportes y actividades recreativas. “Las actividades mediante talleres estimulan tanto la capacidad de explorar, investigar y descubrir posibilidades expresivas propias, como el conocimiento de un mundo circundante con sus infinitas propuestas para que los niños y jóvenes puedan proyectarse con autonomía y libertad”, afirma Gabriela Ures.